Asociación Valeriana

Me quieres cuando me proteges.

ANSIEDAD EN LOS NIÑOS

La ansiedad se desarrolla en los niños ante nuevas situaciones que no pueden gestionar y, sobre todo, cuando tienen sensación de inseguridad. Además de la oscuridad y de los ruidos fuertes, los niños aumentan su nerviosismo cuando detectan que algo no va bien. A pesar de que la situación que les ocasiona inquietud se puede superar con la ayuda de un adulto, es muy útil aprender o enseñarles cómo afrontar sentimientos de nerviosismo y desasosiego.

Desde los ocho meses, un bebé es capaz de distinguir entre un familiar y un desconocido. Se inquieta al separarle de las personas que le cuidan. Algunos tienen miedo a estados específicos o a animales, como los perros, y otros a situaciones indeterminadas, como vivir sus propias experiencias.

Los cambios repentinos e inesperados les ponen nerviosos. Ayudar a un niño a sentirse seguro en su día a día es una prioridad que consiste en seguir determinadas rutinas, tan sencillas como fijar un horario para comer, cenar y dormir. Para los menores que sufren un trastorno de ansiedad, desde la asociación de salud mental de Westchester (EE.UU.) lanzan una serie de recomendaciones:

  • A los menores les preocupa qué les pasará a ellos y a sus seres queridos. Hay que escuchar siempre qué quieren saber y contestar de manera franca a sus preguntas. Los adultos no siempre tienen respuesta para todo, por ello hay que explicarles que, en ocasiones, no se entiende la razón de determinados eventos (una muerte traumática). Es una buena ocasión para enseñar valores e ideas.
  • Hay que animarles a que expresen sus inquietudes, aunque pocos quieren hablar sobre sus miedos. Otros lo hacen mejor con dibujos o mediante juegos.
  • Cuando aprenden a expresar sus sentimientos, conviene poner nombre a las sensaciones que tienen. Si se quiere iniciar una conversación sobre un tema con los hijos, son preferibles varias conversaciones cortas que una prolongada. Nunca hay que insistir si el pequeño no está preparado.
  • Dibujar o jugar son actividades que ayudan a los niños a disipar la energía que les causa la ansiedad. En el caso de que un hecho traumático la provoque, les es útil escribir cartas a los afectados porque les satisface la necesidad de ayudar o hacer algo importante por ellos.
  • Los niños necesitan escuchar el mismo mensaje repetidas veces, incluso, reiterar sus inquietudes con frecuencia. Algunos niños repiten el mismo juego una y otra vez cuando han estado implicados en un accidente. Se les puede ayudar si se les enseña un resultado diferente y positivo. Una posibilidad es aportar la visión de un miembro del equipo de rescate.
  • Hay que vigilar que no vean imágenes en la televisión que les provoquen miedo, como programas de noticias demasiado dramáticas, sobre todo, si un adulto no les acompaña. Hay que escoger qué ven y escuchan.
  • Por último, los adultos tienen que solucionar sus propias inquietudes para ayudar a los pequeños a superar las suyas.
 
                                                                      V.P.
 

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