Asociación Valeriana

Me quieres cuando tratas de perdonar.

GELOTOFOBIA

La risa es muy sana. Pero a todos nos ha sucedido alguna vez estar en un determinado sitio y pensar que personas que están cerca se ríen de nosotros. Normalmente, es una coincidencia –su risa procede de algo que les están diciendo- y no le damos mayor importancia

Pero, para algunas personas, esto constituye un verdadero problema, pues consideran que cualquier carcajada de su entorno está relacionada con ellas, es decir, sufren una especial sensibilidad al ridículo causada por las risas ajenas. Y ello les puede llegar a generar un ataque de ansiedad, con sudores, mareos y temblor.

Es lo que se conoce como gelotofobia, palabra que, como casi siempre en estos casos, procede del Griegofobos significa miedo y gelos se traduce por risa- y, por tanto, puede definirse como miedo a las risas de los demás, lo cual, a fin de cuentas, no es sino miedo al ridículo.

Suele suceder a personas jóvenes –generalmente adolescentes- que sufren la inseguridad y timidez propia de sus años. Pero, en los casos más graves, genera aislamiento social e incluso depresiones severas en la edad adulta. Y hay que señalar que, cuando esa burla no es figurada, sino real, nos hallamos ante el bullying o acoso escolar.


Para evitar que aparezca este problema, los padres pueden seguir algunas pautas. Así, por ejemplo, es conveniente explicar al niño qué comportamientos son correctos y cuáles incorrectos. De esta manera, sabrá siempre si está obrando bien o no. Si no se le inculcan estos principios, el niño no sabrá qué hacer en determinadas circunstancias y, si se decide a hacer algo, al no saber si es lo correcto, pensará con más facilidad que se están riendo de él.

Igualmente, a la hora de criticar una de sus conductas, no debemos ponerle ejemplos de otros niños, ya que esto puede producirle complejo de inferioridad. Es mejor exponerle directamente cuál es la conducta correcta.


La gelotofobia es una forma de miedo al ridículo

Todos hacemos el ridículo en algún momento. Por eso, es importante enseñarle a tolerar esas sensaciones o, dicho de otro modo, a reírse de sí mismo. Éste es un ejercicio muy sano cuando es natural.

De este modo, será más difícil que el muchacho desarrolle la gelotofobia. Pero, si aún así sucede, debe ponerse en manos de un especialista. La mejor terapia es –como en todas las fobias- tratarlo de modo progresivo, es decir, apartar al niño de situaciones sociales que puedan generarle miedo para luego ir progresivamente –empezando por las más sencillas- dejándole asumirlas y afrontarlas.

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