Asociación Valeriana

Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que eres
NICCOLó MACHIAVELLI

DIFERENCIA ENTRE SUSPICAZ Y PERPICAZ

PARA UNA MENTALIDAD SUSPICAZ, UNA RESPUESTA PERSPICAZ

Por José Raúl Ramírez Valencia.  

Dos palabras parecidas tanto en su pronunciación como en su escritura, solo la primera sílaba cambia, pero su significado es opuesto. La suspicacia se aplica a la persona que tiende a desconfiar de los demás, o que con frecuencia sospecha o ve mala intención en lo que hacen o dicen, mientras que la perspicacia, se entiende como la capacidad para entender y descifrar la naturaleza de las cosas, en especial, las complicadas y complejas. La suspicacia, también se cataloga como el recurso de los irreflexivos y carentes de juicio, a diferencia de la perspicacia, que se presenta como un atributo de los sensatos, ingeniosos, talentosos, sabios y lúcidos que iluminan y destraban la complejidad. El perspicaz aporta, suma, une; el suspicaz divide, resta, malinterpreta y enreda la realidad.
Muchas de las noticias, entrevistas, informes y auditorías que a diario escuchamos en los medios informativos o “deformativos” van en la línea de la suspicacia, donde el recelo, la desconfianza y cuestionamiento de lo que hacemos, decimos y creemos son el punto de partida. Más aún, la bondad y la rectitud de una persona aparecen como una excepción y poco perceptibles. Difícil creerlo, pero en la actualidad un buen número de las relaciones humanas, laborales y sociales son vistas bajo la lupa de la suspicacia, lo que ocasiona un ser humano desconfiado, esquizofrénico y poco transparente al momento de manifestarse. Cuando el control social afectivo, laboral o familiar parte de una mirada suspicaz, se crea una sociedad enfermiza, nociva y controladora; donde lo atípico es la confianza y lo normal es desconfiar del otro, de sus palabras, acciones y propósitos. Con este diagnóstico, no tan lejano a la realidad, una carrera en sospechología tendría “muy buena demanda y muy buenos alumnos”. Perspicacia no significa ingenuidad, sino ampliación de horizontes y de perspectivas. El mundo de las relaciones hay que habitarlo desde la perspicacia que crea, recrea, desentraña y orienta lo complejo.

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