Asociación Valeriana

Casi en la mayoría de las ocasiones, el orgullo sólo sirve para estorbar
VIOLETA

El Sueño de una Mujer

     Entonces, la niña humilde le dijo: “a que te adivino lo que vas a ser de mayor”, “pues no sé”, dijo la nueva amiga. “Tu de mayor vas a ser la mejor mujer que exista en la ciudad”. “bueno, pues si tú lo dices, eso seré”, contestó toda feliz. “ya verás como dentro de muchos años, tu serás una gran secretaria y yo una famosa escritora” dijo la niña humilde. La nueva amiga reía y reía, “¿pero por qué te ríes?” preguntó la niña humilde. “Perdona, es que me has hecho mucha gracia, verás piensa un poco y deja de soñar tanto. No te has dado cuenta de que somos unas niñas y que lo que debemos hacer es jugar”. “ya lo sé, pero para mí los juegos son sueños” Tras esta conversación se despidieron.

     Bueno, ya hemos terminado con el suelo, o sea, la infancia. Ahora ya se pueden construir las paredes y las ventanas. Pero lo lógico sería empezar por las paredes, o sea, la adolescencia.

     Tras llegar a la adolescencia, la niña humilde va pasito a pasito consiguiendo lo que siempre había soñado, ser escritora, a parte de otros sueños.

     Tanto escribía que las historias en vez de ser serias le salían de chiste.

     Entonces un día se preguntó por su amiga y pensó que seguro estaría en algún internado estudiando una carrera.

      Pasaron unos cuantos días, desde que se acordó de su amiga, y de pronto se paró en el mismo escaparate en el que conoció a su amiga y ahí estaba ella, de nuevo, como aquella vez.

      Las dos se fundieron en un abrazo y después de un rato la niña humilde le preguntó que qué había hecho durante todo ese tiempo, y que cuál era su sueño ahora que era adolescente.

      Esta le respondió que tenia un problema, ¿Cuál? Preguntó. Verás, durante todo este tiempo que he estado lejos de ti, todo ha sido un caos, ¿por qué? Volvió a preguntar. Resulta que en el internado me trataron de tonta porque no tenía sueños. Además, no pensaba en chicos, ni nada.  Su amiga se quedó atónita mirándola y dándose cuenta de los complejos que tenia. “¡Ah! no te preocupes por eso, yo tampoco pienso en chicos” “Ya, pero tú sí tienes sueños”. “Si, tengo sueños, pero en ellos no aparecen por ahora los chicos. Debemos pensar sólo en crecer y vivir nuetra juventud, y sobre todo, pensar en nuestro futuro. Todavía estamos en la mitad del camino y  los chicos vendrán cuando estemos preparadas.”

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