Asociación Valeriana

Si yo entrases en tu alma y tu en la mía, seguro que las dos todo lo comprenderían.

CUANDO LLEGUES AQUI...EL ABUELO.

           

CUENTO DE NAVIDAD.

 

El dia era soleado, las calles estaban algo húmedas debido a la fuerte escarcha de la noche anterior, pero ésto no le había retenido en casa. Apesar de lo húmedo del ambiente no podía perderse aquella expansión que le suponía su paseo matutino. Aún recordaba en sus oidos las recomendaciones de su nuera." Abuelo abríguese, camine despacio", y un sinfin de retahílas.

 

Echó sus pensamientos al viento y aunque era un hombre bastante comprensivo no dejaba de pensar en su situación actual. Sabía los presagios, miedos y demás que ocurren en ésta etapa, por éso pensaba a veces. !que fea es la vejez!. El mísmo se daba sus pares y nones en el sentido de ver todas las circunstancias désde ambos lados. Pero pensaba y pensaba dándose a veces la razón a el  y otras a los demás. Porque tampoco le parecía honesto ser injusto con los seres que tanto quería.Y se decía a si mísmo. Los pobrecitos nunca han sido abuelos y hasta que no lleguen aquí...(lo que no se vive no se suele comprender.)

Y siguiendo su recopilación de pensamientos mientras caminaba, le vino a la memoria el sentimiento que a veces padecía recordando su vida. Había perdido hacia unos años a su compañera de tantas vivencias, tiempos buenos, malos, y regulares cómo era la mísma vida. Solo había tenido un hijo que era con el que convivía, ya que había tenido que dejar su pequeño pisito por imperativo de varias cosas. El lo tenía ya de soltero y por ser de tantos años el alquiler no era muy caro, pero al disponer de poca jubilación no podía permitirse otros gastos extras, y por todo ello  aceptó la propuesta de irse a vivir con ellos. Tenía que reconocer el buen gesto de su nuera de no importarle que así se hiciera la voluntad de su marido.

Todo iba bién, el ayudaba llevando a los crios al cole, a las clase o deportes, a alguna compra pequeña etc... y se sentía útil. Pero habian ido pasando los años, su memoria era buena pero el tiempo la iba deteriorando y aunque no padecía ninguna enfermedad seria al respecto, iba notando que ya no era la mísma. Los niños habían crecido y alguna que otra vez uno de sus nietos cuando contaba algo del pasado, le recriminaba. "abuelo no nos canses con tus batallitas". E incluso cuándo expresaba alguna opinión parecia ser que nunca llevase la más mínima razón, por lo que sentía algo solo y desprotegido. Le parecía que su misión en la vida había llegado a su fin. Por otro lado no se sentia inmerso todavia en la etapa de la chochez. Pero pudiera ser que se hubiese vuelto muy torpe o que la melancolia de los años como a otras personas, se le había despertado.

Notaba en el tono de voz de todos, no que estorbara, pero que ya nada era cómo antes.Ya no lo necesitaban tanto y no contaban con su ayuda. Tenía que dormir con su nieto con el consiguiente trastorno para el chico  y ésto le hacía sufrir. La casa no daba para más. Pensaba que cuándo el ruido de la tele le agobiaba unido a las voces de los chicos hubiese deseado un espacio para leer, ver sus programas favoritos y en definitiva no estorbar en exceso, aunque también notaba que jamás había oido decir de llevarlo a ningún centro, cosa que agracecía sobremanera, porque cambiaría su ritmo de vida, con los madrugones propios de las horas del baño, las carencias de sus infusiones, la soledad de no estar con los suyos, el tener que compartir habitación con un extraño y el tropiezo de su carácter algo tímido e introvertido.

Hablaba con algunos que ya estaban y la verdad los visitaban poco en general y no eran muy felices que digamos.

Otra cosa que intuía era cuándo venia alguien era cómo si le dieran escrúpulo de él  apesar de lo limpio que lo tenian  pero el disculpaba todo comprendía que no era lo mísmo un bebé que un anciano. Al primero cualquiera se lo llevaría a casa y sin embargo ¿quién iba a querer a un anciano en la suya? .Por todo ésto notaba el poco interés que despertaba en su entorno y se sentía inseguro. Si venian familia de su nuera que logicamente iban con mas frecuencia, no queria inmiscuirse en las conversaciones fuese a molestar. !Dios que suplicio!. Bien fomentado por el o en verdad porque pudiera ser la realidad. Estaba demasíado confuso para discernir sobre el tema.

Todo lo quería comprender y disculpar, pero pensaba que a lo mejor eran imaginaciones suyas para atormentarlo, la mente juega esas malas pasadas.

Pero aquel día queria huir un poco de todos y de él mísmo, pensó de cambiar de barriada y ver distintos paisajes, era suplir la monotonía y la duda ya que ambas cosas corroen el alma.

Se dirigió a la estación de autobuses y escogió una línea al azar, pero no se dió cuenta con el ensimismamiento de sus pensamientos, que no era la línea correcta.

Cuándo quiso darse cuenta estaba en un pueblecito que debía ser cercano pero que no reconocía. Un poco nervioso al ir a subir a un escalon resbaladizo por la humedad, cayó al suelo dándose un buen golpe en la cabeza.

Despertó en un lugar asistido por monjitas que no paraban de preguntarle, pero él no podia contestar, estaba desorientado y no recordaba nada de nada. Estaba sin documentos que aclarara su identidad, por lo que pasó a ser un nuevo huesped de aquél asilo o lo que fuese, sin nombre ni pasado.

Iban pasando los dias sin ninguna señal, su compañero le ayudaba para ver si recordaba pero por azares del destino, ni dieron con él su familia, ni hubo novedades. Debería ser segun le dijeron sobre el mes de Noviembre. Por lo acaecido no le dejaban salir sólo, su amigo sí lo hacía con frecuencia. Incluso aquel dia algo lluvioso se fué, pero volvió pronto empapado por un chapeton que lo puso chorreando.

Al rato escampó y cómo su ropa estaba mojada, le pidió su chaqueta. Con gusto se la prestó y cuando volvió, le dijo que se habia perdido una pequeña llave de su cajita de fotos y recuerdos.

La buscaron sin resultado, pero !OH!. Dándole vueltas a su chaqueta su amigo advirtió un pequeño orificio en el fondo de un bolsillo interno. La hermanita trajo unas tijeras y lo descosieron todo.

Como todo cuento de Navidad tenía que tener un final feliz. Allí había una pequeña foto enrrollada con el nombre y dirección de nuestro protagonista,que su familia deseaba que siempre lo llevase consigo y un décimo de Lotería para colmo premiado, según verificaron.

Aquella foto y datos fueron esclareciendo su memoria, y recordo en que lugar había adquirido el famoso décimo, por lo que una vez aclarado todo, no sin antes hacer regalos y donaciones a las monjitas, depositó el resto del dinero (que no era poco), en una entidad bancaria pensando en el futuro de su familia y para sus necesidades, y puesto que era NAVIDAD, decidió volver de nuevo con  ellos y comprobar si lo habían echado de menos. Las dudas no se habían disipado del todo.

Pudo comprobar la alegría de la acogida, la de trámites que habían hecho para encontrarlo, pero aun así no comentó nada de la riqueza obtenida. Convivió con ellos un tiempo y cómo comprobó el cariño de todos decidió darles la sorpresa de comprar un amplio piso que era el sueño de su nuera, reservarse su habitación, tener medios para que en casa hubiese una mujer para asistirlo a él y ayudara en las faenas de la casa y por lo tanto tambíen a todos.

Pero pudo sacar una sabia conclusión. Quizás por parte de ellos, se hubiesen descuidado algo si apreciar sus sufrimientos, pero tambien por su parte la sensibilidad la tenía a flor de piel  y el resto lo hacía su cerebro enredándolo todo.

Por lo tanto no tuvo que volver a ningún sitio, porque como en casa nada. Y vivió el resto de sus días feliz por él y por todos, de verlos tambien felices. 

 

                                                                        Violeta.

 

 

 

 

 

       

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