Asociación Valeriana

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AUTOESTIMA E INSEGURIDAD

Hay muchas formas de sentirnos inseguros y podemos demostrarlo o no, incluso nuestra inseguridad puede ser inconsciente.

De forma habitual al hablar de inseguridad hablamos también de autoestima, estos conceptos no son iguales, pero suelen ir de la mano. La autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos, lo que pienso y siento sobre mí. Esta valoración la hacemos en función a cómo nos valoraron nuestras figuras de referencia cuando fuimos pequeños, nuestras experiencias pasadas, la importancia de lo deseable para la sociedad… Siempre que hay autoestima baja existe inseguridad, pero no siempre que existe inseguridad la autoestima será baja como veremos a continuación.

Nuestra autoestima es baja cuando tenemos una percepción de nosotros mismos negativa, que nos impide vernos como personas valiosas y capaces, imposibilitando también tener un juicio objetivo de nosotros mismos y nuestras capacidades y por tanto nos hace sentir a disgusto con nosotros mismos. Por supuesto cuando esto ocurre sentimos mucha inseguridad a cerca de nosotros mismos y nuestras capacidades.

Existe otra forma de autoestima poco conocida pero muy común, probablemente más que la baja, que es la contingente. Esto nos ocurre cuando somos capaces de valorarnos mediante la valoración y opinión de los demás. Es decir, de nuevo existe inseguridad, aunque no sea percibida por los demás. Soy capaz de valorarme de forma positiva sí, pero porque otros lo hacen. Por ello necesito estar y ser perfecto por dentro y por fuera, y vivimos con mucha presión social.

Nuestra autoestima es sana cuando somos capaces de valorarnos como personas, independientemente de nuestros logros o las expectativas de nosotros mismos y los demás.

Por último, una autoestima alta, puede coincidir con la sana o estar relacionada con personas que se sienten superiores, egocéntricas, arrogantes y prepotentes. Es decir, en muchos casos relacionadas con rasgos narcisistas de personalidad. Estas personas, en muchas ocasiones crean sentimientos de rechazo en los demás, sin embargo, también esconden inseguridad en su interior. Digamos que el sesgo de percibirse como superior es un escudo para no mostrar su debilidad, en algún momento de sus vidas aprendieron que esto era lo mejor para no sufrir.

Sin embargo, la autoestima tiene diferentes áreas y la podemos tener dañada de forma global, es decir todas las áreas, o unas más dañadas que otras, según nuestras vivencias.

El área laboral, referente a mi percepción como trabajador, depende de mi sensación de éxito o fracaso en mi experiencia profesional y por supuesto durante la etapa escolar.

El área social, en la que nos valoramos como amigos, nuestra capacidad de resolver problemas y conflictos, la capacidad de adaptación y la sensación de aceptación en un grupo. Ésta dependerá sobre todo de nuestras experiencias infantiles en cuanto a la amistad.

El área personal es la aceptación de nosotros mismos, nuestras cualidades y capacidades para la vida en general.

El área familiar, depende de nuestros sentimientos de pertenencia como miembro de la familia. Ésta influye mucho en el resto de áreas, ya que el niño comienza a sentirse valorado, importante y valioso en su círculo familiar.

El poder de la crianza es abrumador. En casa aprendemos a:

  • Valorarnos de forma sana por nosotros mismos, esto ocurre cuando se validan y tienen en cuenta las decisiones del niño, sin juzgar sus emociones cuando una conducta no nos gustó.
  • Valorarnos según lo que opinan lo demás de nosotros, cuando los progenitores refuerzan sólo aquellas conductas que les agradan y “castigan” las que no, puede ser con comentarios simples como “no me gusta lo que haces” o poniendo “malas caras”. En ese caso puede también que exista un bloqueo a la hora de tomar decisiones o emprender algo nuevo, cuando nos valoran mucho, cosas que son muy importantes para nuestros progenitores, pero las otras no tanto, podemos sentir miedo al fracaso o al rechazo, y nos bloqueamos, elegimos no hacer nada, no triunfaremos, pero tampoco fracasaremos. Son personas que sintieron los fracasos como algo muy negativo emocionalmente. Un ejemplo es rechazar un trabajo o no buscar nuevos empleos por el miedo a sentirse insuficiente.
  • Valorarnos en exceso, teniendo una autoestima inflada, que no corresponde con la realidad. Normalmente ocurre cuando los progenitores conceden todo al niño, sin límites, el niño entonces puede sentir su superioridad. También puede ocurrir en el caso contrario, niños con muy poca valoración externa, incluso con vivencias muy negligentes, que para sobrevivir necesitan hacerse fuertes y ser egocéntricos. En estos casos existe de base una gran inseguridad emocional.

Finalmente, podemos observar cómo el área familiar tiene gran influencia en la autoestima y la inseguridad emocional, siendo la más impactante en la autoestima adulta. Reconocerse en estos estilos puede ayudarnos a conectar con nuestras carencias para así trabajarlas y convertirlas en fortalezas.

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