Asociación Valeriana

Tu mano cogió mi mano y fue tanta mi alegría que pensé, ! O Dios !. ¿ Está el cielo tan cercano?.

Los elementos terapéuticos de los grupos de ayuda mutua - Fernández Gil y otros

3. Los efectos terapéuticos:

   Partimos de la base que el grupo de ayuda mutua tiene elementos terapéuticos propios distintos de los grupos coordinados por profesionales. Podríamos hacer un símil con el desarrollo del ser humano. El bebe cuando nace depende totalmente del adulto y el cómo consiga éste su autonomía, marcará la posterior relación con el mundo fuera de la familia de origen. El equipo de salud mental sería metafóricamente hablando la familia de origen, en la mayoría de los casos estaríamos haciendo de madre, que alimenta que cuida  y que además orienta hacia la escuela de la vida. La alimentación en forma de medicación, de apoyo psicológico. El grupo de ayuda mutua estaría haciendo de padre y nosotros, los profesionales haríamos la presentación del padre.

   Hay que distinguir  distintos niveles terapéuticos; por una parte la dosis que reciben en los grupos pequeños, las llamadas terapias,  y por otra el hecho de pertenecer al Grupo Asociación Valeriana.
   En términos pichonianos ellas constituyen su propio ECRO su sistema o esquema de referencia con el que operan en la práctica. El sentido de pertenencia les dan una identidad a nivel social y a otros niveles mas profundo. No olvidemos que la mayoría cuando entran no esperan que les den gran cosa, diríamos que van porque confían en su psiquiatra o psicólogo que se lo ha indicado como un espacio que les puede venir bien. La mayoría con la fantasía de que sólo va a ser un lugar de distracción y/o de desahogo de sus problemas.
   Cuando se les pregunta posteriormente, muchas responden que han encontrado la esperanza, han visto como algunas “peores, o iguales”, con mas o similar problemática que ellas han salido, están allí “normales, como si no les pasara nada incluso sin medicación después de años tomando.

   Este efecto que podría ser sugestión, catarsis o desahogo como dicen ellas, hay que entender que la mayoría sólo se quedan en este nivel. Y no es poco, si esto conlleva menos sufrimiento, mejor y más relaciones y cierta restitución, de sus actividades cotidianas, como antes de enfermar. Como dicen en la zona “nos daríamos con un canto en los dientes” si consiguiéramos en nuestra consulta publica esos resultados. Pero además de esto hay algunas que consiguen un cambio en sus vidas análogo al de una psicoterapia reglada y profunda.

   Un número de nuestros  pacientes se ha organizado y eso está teniendo unos resultados claros nítidos y observables, como dirían los del paradigma que todos sabemos. Lo cierto es que el grupo está dotado de cualidades propias, al estar y actuar en grupo se crea un espacio  común de relaciones que por si solo es algo constructivo, por supuesto no uniforme o de la misma manera en todas las personas.  Pero en ese cambio está el germen, la ocasión para que se produzca un avance. Y porqué no decirlo una redistribución de los investimientos.

   La pregunta que nos formulamos es si son o no exportables los efectos, digamos mas terapéuticos a otros grupos de ayuda mutua o si los beneficios han venido de la situación concreta de la asociación. ¿Dónde radica la fuerza? En la  colaboración con el equipo, en la ilusión del mismo en los grupos, en la fuerza de la propia acción del encuentro, en el liderazgo  de algunas miembros de la asociación, en la combinación de todas las variables.

   La respuesta fácil seria la ultima, pero en nuestra opinión sólo con el encuentro con la tarea común de ayudarse, en el sentido de Vygotsky, en la zona de desarrollo próximo conseguirían unos resultados y un aprendizaje, que posiblemente no se producirían en un grupo terapéutico. No estamos diciendo que sean mejor o peor, es diferente, remarcamos en algún caso tan profundo como en un grupo terapéutico.

   Como señalamos en otro trabajo de este volumen (“Cuándo psicoterapia grupal y cuándo individual”), si existe resistencia por parte de muchos psicoanalistas a reconocer a la terapia grupal como una manera de operar o actuar en los cambios estructurales,  no digamos en un grupo de ayuda mutua, que no será visto siquiera como terapia, sino algo del orden de la sociología.

   “Ayudando te ayudas”, ese fue el lema de uno de los talleres que se impartieron en la asociación y que aunque encierre en cierta forma el sentir neurótico y por consiguiente perpetúe la propia neurosis, al hacerlo fuera, el hecho de tener espectador, lleva el germen de la alternativa al síntoma. Es a la vez protagonista en la acción de ayudar en su propio cambio. Es decir no se consigue un cambio estructural pero si una compensación clínica. Sin cambiar esa necesidad interna que provoca la culpa y  que se manifiesta en la reparación, se está proponiendo un cambio en ciertas actitudes ante la vida y ante sus familiares, por ejemplo permitirse ser más independientes de los maridos, poder enfrentarse sin someterse y sin recurrir al papel de enferma.

   La verbalización del malestar, el efecto catártico, el desahogo, llamémosle como sea, es un sentir generalizado en todas, por sus efectos inmediatos, esa pastilla psicológica que solemos decir que produce el hecho de contar, a veces a modo de confección otras como compartir una carga. El efecto de identificación (“eso también me pasa a mi”) juega un papel clave en esa toma de conciencia, que, seguramente no será de un contenido inconsciente sino  más bien un darle un sentido al sufrimiento implicándose como protagonista y responsable del mismo. Nos parece un paso de gigante en muchos casos el situarse en la posición de algo que puedo cambiar y separase del modelo médico de enfermedad.

   No sabemos si la Asociación Valeriana sería si no existiera el equipo de Salud Mental de Vélez, probablemente no. Y creemos que eso supone un ejemplo para asistencia pública: la promoción de sociedades de ayuda mutua independientes que descargan la demanda del sistema público con algo tan sano como asumir la responsabilidad del cambio propio. “Más que un enfermo soy una persona con problemas que debo solucionar”.

   Una mención  queremos hacer a determinadas personalidades que aunque estén en un espacio terapéutico privado donde podríamos introducirlo en un grupo psicoterapéutico psicoanalítico,  bien por sus características defensivas, bien por el tiempo y el modo de su psicopatología o simplemente por que no tiene una inteligencia cognitiva, en términos piagetiano de operaciones formales, sería más indicado y recibiría más beneficios terapéuticos en un grupo de ayuda mutua. Esto nos hace recordar los planteamientos de Vygotsky , que mantenía que las funciones psicológicas superiores se desarrollan en primer lugar en el curso de la relación de un niño con otro u otros niños mas competentes o con los adultos, y que posteriormente se internalizan. “Llamamos internalización a la reconstrucción interna de una operación externa…” (Vygotsky, 1978), que hace referencia a las nociones de competencia y actuación, terminologías utilizadas por la lingüística.

   Efectivamente hay efectos terapéuticos grupales espontáneos que van por la línea de la identificación, la catarsis, el apoyo, la socialización. Probablemente el grupo para estas funciones es más potente que la terapia individual, y para este perfil de paciente, por tanto va a ir mejor. Quizá podría esbozarse un perfil de paciente para el que está indicado el grupo de autoayuda. Iría por la línea de estructura neurótica, nivel sociocultural medio bajo, escasa capacidad de trabajar en terapia psicoanalítica. Probablemente este paciente es poco frecuente en la consulta de un psicoanalista donde va filtrada la demanda en cierto sentido, pero es muy frecuente en las consultas públicas de Salud Mental. Pensamos que muchos de este perfil no son analizables y si, en cambio trabajables en grupo y sobre todo en este tipo de grupo de apoyo o de autoayuda.

   Aquí, para finalizar quisiéramos hacer una referencia a nuestro propio grupo al que pertenecemos los que firmamos este trabajo, Tesela, un grupo privado dirigido básicamente a la práctica de la psicoterapia individual y grupal desde un modelo psicodinámico. En cuanto a nuestro funcionamiento como grupo quizá también pueda entenderse como un grupo de ayuda mutua,  en los aspectos de tener espacios de enriquecimientos personales tanto a nivel afectivo como profesional, salvando lógicamente las distancias, también nos ayudamos mutuamente y por eso nos constituimos en grupos, asociaciones, hacemos congresos, fundamos sociedades científicas. Y si somos honestos, creemos que no sólo para enriquecernos académicamente sino emocionalmente y terapéuticamente.

 

Comentarios (0)

500 caracteres restantes

Cancel or